Cine

Margot Robbie y Brad Pitt protagonizan “Babylon”, el desenfrenado y caótico film del director de “La La Land”

Luego de convertirse en un director de renombre en Hollywood, Damien Chazelle vuelve a caer en sus obsesiones más profundas, pero sin tanta efectividad como en las anteriores películas. Pese a todo, presenta momentos realmente imperdibles en pantalla grande 

  

Podría considerarse que Damien Chazelle vuelve a crear una historia sobre la búsqueda del éxito, disfrutar un rato del mismo, para luego caer en la dura realidad que todo es demasiado efímero y más en Hollywood. En este caso, no se trata de un baterista como en Whiplash; ni de la historia de una pareja, cada una con sus sueños individuales y el choque entre ellos, como en La la land: una historia de amor. Aquí son tres personajes que cruzan sus caminos en lo que parecía ser la fiesta interminable, pero la evolución del cine se lleva puesto todo a su paso. Así es Babylon.

El contexto es Hollywood de hace un siglo atrás, un corto tiempo antes de paso del cine mudo al cine sonoro. El espectador entrará a esta historia a través del mexicano Diego Calva y su personaje, Manny, un hombre que quiere trascender y decide ser productor. Fiestas, proyectos titánicos, el crecimiento desmedido del negocio y los excesos son los que reinan en la primera parte de un film que tiene momentos memorables en pantalla grande durante sus tres horas. 

Con Manny, el espectador va a conocer la locura de Hollywood en los años 20, desde personajes casi caricaturescos hasta grandes estrellas y otros miserables de aquella industria todavía en su incipiente historia. Dos de estos se cruzarán en la vida del mexicano: Jack Conrad, un actor consagrado y una estrella de las más importantes del cine mudo interpretada por Brad Pitt; y Nellie LaRoy (Margot Robbie), una joven que hará lo que sea necesario con tal de conseguir un lugar en el cine grande.

A través de estas tres perspectivas, de diferentes registros y etapas en sus carreras, Chazelle presenta un relato que nunca consigue el equilibro justo entre el descontrol más la exageración del comienzo y el drama profundo que tiñe toda la segunda parte, pero que igual se disfruta en cada una de sus etapas. Por ejemplo, el comienzo es casi una hora de situaciones hasta absurdas que reflejan la euforia que se vivía en la industria y su mejor versión es una fiesta que se da pasando el primer tercio de la película. Algo bien al estilo de su director. 

Sin embargo, vuelvo al equilibro que expresé más arriba, Babylon por momentos parece otra. Un drama profundo sobre los caídos de la industria con la llegada del cine sonoro, las situaciones que llegaron al límite y los personajes que se pierden así mismo en la vorágine que era vivir ese momento, con esa gente y ese lugar. Ni la historia de amor que se presenta logra dar en el clavo, es algo bastante efímero. Quizá con esa idea de mostrar el barro de esa época, con sus repetidos excesos y locura es que el director la haya querido representar de esa manera. 

De todos modos, entrega momentos icónicos entre las dos fiestas, la primera escena de Nellie LaRoy, la aparición de Tobey Maguire y las escenas en solitario de Brad Pitt. Está claro que Chazelle se dejó llevar por ese desborde para crear una película que, sin dudas, será recordada por grandes escenas y no tanto así por el resultado final de su historia.

Babylon llegó en enero a los cines de América Latina, luego de estrenarse el pasado 23 de diciembre en EE. UU. 

Fuente: Infobae

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