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“27 días”: cuando la vejez reclama voz propia



El reciente estreno de “27 días” en Netflix representa uno de esos casos en que el cine de plataformas se anima a explorar —desde la intimidad y la ambigüedad— temas sociales poco transitados: la vejez, la libertad, la autonomía y el poder familiar. Dirigida por Daniel Hendler y basada en la novela Veintisiete noches de Natalia Zito, la película se estrenó mundialmente en el Festival de San Sebastián el 19 de septiembre de 2025 y llegó al catálogo global el 17 de octubre.

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La historia gira en torno a Martha Hoffman, una mujer de edad avanzada interpretada por Marilú Marini, que con carácter libre y excéntrico es internada por sus hijas en un hospital psiquiátrico. La duda que atraviesa toda la película es si Martha está realmente enferma o simplemente decide vivir sus últimos años a su modo, incomodando normas familiares y sociales.

En ese punto entra en escena un perito judicial, Leandro Casares (interpretado por Hendler), quien debe evaluar si Martha merece libertad o si la sociedad —y su familia— tiene razón en restringirla. A lo largo del relato, el film oscila entre el humor negro, la nostalgia, la tensión emocional y los cuestionamientos éticos: ¿quién define la cordura? ¿Cuánto derecho tienen los hijos o las instituciones sobre la mente y el cuerpo de un adulto mayor?

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La película, más que un thriller, se acerca al drama psicológico con ribetes de comedia dramática. Críticos de ScreenDaily han señalado que el film “contempla actitudes hacia el envejecimiento” con una paleta cromática intensa y un tono que va de lo tierno a lo punzante. El sitio MicropsiaCine elogió especialmente la actuación de Marini, destacando su capacidad para sostener la ambigüedad emocional sin caer en el melodrama.

Aunque “27 días” es una obra de ficción, su origen está fuertemente conectado con un hecho real. Se inspira libremente en el caso de la artista argentina Natalia Kohen, quien a sus 88 años fue internada por disposición judicial a pedido de sus hijas, debido a un diagnóstico erróneo de demencia. Posteriormente, la justicia revirtió esa decisión y reconoció su derecho a vivir de manera independiente. Este trasfondo real otorga al film una dimensión simbólica poderosa: no se trata solo de un dilema familiar, sino de una reflexión sobre los límites de las instituciones —salud mental, justicia, familia— frente al derecho de las personas mayores a decidir sobre su propia vida.

El film tuvo su estreno oficial en el Festival de San Sebastián, donde compitió por la Concha de Oro. Su recepción fue diversa: mientras algunos valoraron su sutileza y sensibilidad, otros criticaron que el guion no se arriesga lo suficiente. Sin embargo, casi todas las reseñas coinciden en destacar el trabajo de Marilú Marini, que logra transmitir la complejidad de Martha sin recurrir al exceso, encarnando una mezcla de lucidez, rebeldía y fragilidad.

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“27 días” no es una película de rescate familiar convencional. Su fuerza reside en las zonas grises, en lo que no se dice, en las tensiones que laten debajo de los gestos cotidianos. El humor irónico y los momentos de ligereza funcionan para descomprimir, pero también para mostrar lo absurdo de imponer normas sobre alguien que no encaja en el molde del “adulto mayor ejemplar”.

En definitiva, “27 días” es un ejercicio cinematográfico sensible y necesario. Combina lo íntimo, lo social y lo político para poner el foco en una mujer mayor que exige ser vivida, no administrada. Netflix la presenta como una historia que no solo entretiene, sino que invita a pensar: ¿quién tiene derecho a decidir sobre la vida y la libertad de una persona cuando envejece?
Por: Loli Belotti

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